La Fundación Isonomia organizó dentro de las Jornadas VI Seminario Internacional – XII Jornadas de Interlocución Municipal una mesa redonda titulada «Participación Política de las Mujeres: partidos políticos y movimientos sociales», en la que se debatió sobre el proceso de avance de las políticas de igualdad desde dos perspectivas. Por un lado, sobre cómo los movimientos sociales son espacios en los que reivindicar las políticas de igualdad y fomentar la concienciación social; y por otro lado, cómo desde las instituciones políticas se trabaja en el avance hacia la igualdad. Son dos estrategias diferentes pero con un mismo objetivo: avanzar hacia la igualdad de género, pero es interesante analizar por separado las cuestiones que allí se debatieron.

Profundizando sobre estos dos aspectos, en este primer artículo analizaré la relación entre los movimientos sociales y las políticas de igualdad, empleando para ello los elementos expuestos por las ponentes que hablaron sobre este tema en la mesa redonda.

En primer lugar, Vita Arrufat (médica especialista en medicina preventiva y salud pública) expuso cómo las mujeres pueden cambiar el mundo. Más allá de quedarse en una mera ambición idealista, las mujeres como herederas de la participación en la igualdad han desarrollado a través de las asociaciones y organizaciones de mujeres el feminismo, el empoderamiento y la socialización. Hay una gran diversidad de organizaciones de mujeres que han contribuido a mejorar la situación de las mujeres, ya que desde estos espacios las mujeres han luchado y siguen luchando para que la igualdad sea una realidad.

Las redes de solidaridad de mujeres son un gran apoyo y sustento de la sociedad, son promotoras de las relaciones familiares y de las redes sociales; por ello las mujeres se encuentran cómodas en estos espacios a través de los cuales pueden articular estrategias de participación política y de reivindicación social.

En segundo lugar, Begoña San José (Licenciada en Derecho.  Presidenta de Coordinadora de Mujeres para la Igualdad-COMPI, que trabaja especialmente en plataformas y acciones para la igualdad de derechos económicos de las mujeres y su participación política, tanto en cargos de democracia representativa como en cauces de democracia participativa) incidió en la participación política como un mecanismo para hacerse oír, provocar cambio e influir. La participación política provoca cambios desde abajo hacia arriba, naciendo desde la sociedad civil y articulándose a través del movimiento social.

El movimiento feminista ha conseguido grandes logros como el derecho al voto (Clara Campoamor) o el acceso de las mujeres a la educación (en 2010 se celebró el centenario del acceso de las mujeres a la Universidad en España). Siempre ha habido un grupo minoritario de mujeres que han promovido cambios, cambios de mejora de la situación de las mujeres.

A través de los movimientos y las organizaciones feministas se practica política de calle. Ésta es la acción más visible de actuación política y en estos momentos la más necesaria dentro del movimiento feminista si se quieren provocar cambios.

El movimiento feminista es algo más que organizaciones de mujeres, por ello hay que concebirlo como grupos de mujeres que practican la igualdad. El movimiento es muy plural y pese a las diferencias entre los movimientos y las organizaciones feministas, éstas se han unido en un mismo movimiento: marea violeta. Marea violeta se ha convertido en un espacio desde el que reivindicar políticas de igualdad y desde el que visibilizar la acción de las mujeres y, sobre todo, es un movimiento de contención ante los retrocesos en igualdad.

Conclusiones

De todos estos planteamientos, hay varias ideas que son interesantes para destacar. Por un lado, el hecho de que los movimientos sociales sean los espacios de reivindicación, y que focalizados en el tema de igualad se conviertan en espacios muy propicios para hacer una defensa y reclamación de derechos de igualdad.

Por otro lado, sin llegar a utilizar los canales institucionalizados del sufragio activo y pasivo, se pueden realizar prácticas políticas. Se está haciendo una política que tiene su espacio en la vida pública, en la vida social de la ciudadanía, en el espacio más cotidiano de nuestras vidas. Por eso Begoña San José habla de la práctica política de calle, que consiste en participar y movilizarse socialmente para provocar cambios y transformaciones.

Es importante resaltar que la acción de calle visibiliza demandas sociales y es un instrumento de participación política. Por ello el movimiento feminista, desde su diversidad, emplea la acción en la calle no solo como una manifestación pública de sus demandas, sino como una estrategia de participación política que busca y persigue la transformación social, y concretamente la transformación de los patrones patriarcales.

Hasta hace poco, la participación política de las mujeres en la vida pública, no habías sido muy amplia y su visibilización en este espacio ha sido muy limitada. Sin embargo, pese a tener una baja presencia en las esferas políticas, las mujeres se han organizando en asociaciones y otras entidades a través de las cuales han ejercido esta acción pública y política. Es, en este contexto, en el que el movimiento feminista sale para reivindicar la participación social de las mujeres en igualdad de condiciones.

Estos espacios, organizados muchas veces de forma informal, han tenido una gran importancia y función en la visibilización de las mujeres en la vida social. La política de calle se ha centrado en denunciar las desigualdades y discriminaciones sexistas, así como en reclamar una sociedad más igualitaria. La participación y movilización social han sido prácticas y estrategias utilizadas para poder llevar a cabo la POLÍTICA DE CALLE; y esta acción pública que se manifiesta en lo local tiene impacto más amplio, llegando a calar en lo global.